Rocaforte

Enhiesto sobre el monte, Rocaforte jugó un papel importante durante la Edad Media como punto de defensa ante las invasiones musulmanas. Su función defensiva fue clave para mantener a Navarra frente a los numerosos intentos de acceder al reino pamplonés, motivo por el cual el monarca Sancho Ramírez concedió a Rocaforte el fuero de Jaca a finales del siglo XI. Años más tarde, una vez terminados los peligros de invasión, Rocaforte descendió al llano junto al río Aragón, dando lugar a lo que hoy se conoce como Sangüesa o «Sangüesa la nueva», en contraposición a «Sangüesa la vieja» o actual Rocaforte. En 1516 las murallas y el castillo baluarte del reino de Pamplona fueron derruidos, aunque hasta el siglo XVIII aún eran visibles sus restos. En el lugar que ocupó el castillo se han encontrado monedas de la época y diversas cerámicas. El importante papel de Rocaforte como punto defensivo de Navarra hizo que la villa mantuviese durante muchos años un régimen jurídico-económico único en la Comunidad Foral, que hizo litigosas las relaciones con Sangüesa hasta que en 1985 se firmó el convenio hacendístico vigente en la actualidad.