Mianos

En el 1137, la incursión del rey García de Navarra por la Jacetania se saldó con la destrucción del pueblo de Mianos y el abandono de su antiguo emplazamiento, que debía corresponder a los actuales corrales del Plano, más cerca del río y del molino. En 1170, Alfonso II ordenó la reedificación del pueblo en la cima de una colina. Para que sus habitantes regresaran, les concedió los privilegios del fuero de Jaca, igual que a los de Ruesta, Berdún y Pintano, víctimas de la misma guerra.

Dos documentos falsos (siglo X y 1096) atribuyen a los reyes Sancho Garcés y Pedro I la donación de la iglesia de Mianos al monasterio de San Juan de la Peña. Pero no fue hasta 1206 cuando Pedro II dio el lugar a los monjes de San Juan, permaneciendo en su señorío hasta su desamortización, en el año 1831.

El nuevo núcleo estaba coronado por un recinto fortificado, correspondiente al castillo. En fecha imprecisa, éste fue sustituido por la parroquial y por un palacio empleado de casa-abadía. Debajo, en la ladera oriental, las casas del pueblo se escalonaban con cuatro calles concéntricas. La iglesia de Santa Ana, iglesia parroquial de origen medieval muy reformada en el siglo XVI, es obra de transición entre el gótico y el renacimiento. Presenta torre adosada, pero lo más destacable son los retablos de San Sebastián y de la Virgen del Rosario; y, sobre todo el artesonado renacentista de madera de la cubierta y del coro alto. En el exterior de la iglesia se sitúa la capilla de Nuestra Señora del Arco, construida en 1756 aunque su retablo barroco es del s. XVIII. También quedan restos del antiguo palacio.

En su término se ubican las ermitas de Santa Ana, de Santa Cruz y de Casterillo (antigua aldea de Mianos). Junto al Camino de Santiago se construyó el mesón o venta de Mianos, que se documenta en el siglo XVIII, para dar servicio a viajeros, caminantes y arrieros; y que hoy se presenta en ruinas.